Un amigo me enseñó la manera más fácil de pelar un ajo, aplastándolo. Al cabo del tiempo desapareció sin despedirse. No sé si estará vivo o muerto. La vida tiene esas cosas, unas veces te da y otras te quita. Eso si, lo que se aprende no se olvida.
Su imagen vuelve a menudo a mi cabeza cuando la dieta mediterranea se apodera de mi cocina y aplasto suavemente un ajo como prólogo de un rico guiso.
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