Esta cueva es tan honda,
rápidamente oscurece el talante.
Se quiebran los viejos cimientos,
de la ilusión remota,
los ojos brillan y se cierran,
los minutos, vidas que no vemos
presas del azar inflexible,
los recuerdos tiemblan de cansancio,
abren paso a la súbita tristeza
que llega sin razón aparente,
que estrangula la brisa nocturna
de los vulnerables soñadores.
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