viernes, 2 de septiembre de 2016

La casa olvidada

Las uvas desesperan en la parra
No hay pájaros para ellas
Los cardillos amarillean
Sin batir huevos
El membrillo es carne flácida
cansada de madurar
El barreño no tiene agua
Las noches no tienen sillas
Nadie riega los tomates
El patio ya no es laberinto
de manzanilla y ciruelas
Las garrafas olvidaron el vino
cuando se consumieron las colillas
No hay bicis ni verano
Se acabó la aventura
de las siestas clandestinas
Del frescor de la horchata
De los vendedores ambulantes
Hasta los niños se hacen viejos
aunque tengan ganas de jugar.

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