domingo, 10 de octubre de 2010

Son las cuatro de la mañana
de un sábado lluvioso
vuelvo a casa conduciendo
medio contento medio cansado
unas chicas de abrigo largo y falda corta
se despiden con sonrisa y maquillaje desgastado
en la esquina del semáforo
una sensación de tibia normalidad
y reconfortante monotonia
descansa en los encuentros familiares
tranquilidad, suave y fría
que me mantiene con los ojos abiertos
en esta noche tan perezosa.

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